Ha pasado el jefe ya quince veces por delante de mi mesa en estos últimos veinte minutos. Intuyo que quiere comprobar que no procastino ni me dedico a bloguerÃas inmundas en mi jornada laboral. Me da un poco de lástima. No tiene muchas luces. Los antepasados cavernarios de este pobre fijo que se dedicaban a recolectar porque lo de la caza desde luego... chungo.
Ya vuelve Jon. Esta noche o mañana. Me vuelven a bailar los sapillos en el bajo vientre. No. No es amor sublimado ni demás (...)