He pasado unos dÃas de no gustarme nada a mà mismo, de quererme muy poco y de darme de morros contra el cristal de la pecera, pero ya está. Ya pasó. Ea, ea, Ariel. Puede que sea la falta de desorden, porque sigo increÃblemente disciplinado y no me salto un batido de proteÃnas, ni dejo pasar un autobús, y esas cosas son muy poco habituales en mÃ. PodrÃa resultar lógico que tanto orden me hubiera aflojado un poco los circuitos, asà que para contrarrestarlo, anoche me desvelé y me (...)