Desacertada y exhausta
avanzo por la vida,
tropezando con las piedras
que revisten la vereda.
Sin huir de las lóbregas sendas,
de las embusteras malezas,
de los dudosos ríos glaucos,
me deslizo en un velo grácil
hacia el horizonte áureo
donde germinan las semillas
de la paz y de la amistad.
Sé que en un lugar llamado Tierra,
aún cohabitan hombres y mujeres
redundados por las aguas etéreas
de un porvenir de armonía,
unión y compromiso.
Siguiendo la bohemia (...)