Una afilada definición ideológica
El partido del talante, siempre a avizor, preparado y dispuesto a atribuir las calamidades y achacar sus fracasos a su adversario, tiene instalados sus dos arietes, De la Vega y J. Blanco, cargados de veneno que inyectan por doquier. La vicepresidenta tocada de simulados tules de neutralidad y revestida de cierta displicencia, toma el fonendo de la oportunidad y se aplica a diagnosticar que el PP “está pasando horas muy bajas y se encamina a la (...)