Jesucristo trae el reino de los humildes, no es un reino de ricos, ni de grandes y poderosos.
Jesucristo trae el reino de los humildes, de los desposeÃdos y desechados; el reino de los pequeños, no de pudientes ni soberbios privilegiados. Es una concepción distinta. En el Reino de Dios, los parámetros son muy diferentes a los concebidos en este mundo de los hombres:
"El que se haga pequeño, como un niño, es el más grande en el reino de Dios" (Mt 18, 4). (...)