«Hay cuestiones que ni Dios quiere saber de ellas; y ésta, es una de esas porque todos ustedes están malditos, sedientos de sangre «dijo Franco Verdugo, atuzándose los bigotes». «Bueno, correrá sangre porque asà quieren los Barra «contestó don Prudencio Fierro». «No compadre. No sólo ellos son culpables de lo que sucederá; ustedes también lo son al ensordecerse como tapias. Y como se alimentan con rencor, por las venas les corre puro odio; por eso, nada más piensan en (...)