A los que fingen amar...
Como todos los actos regidos por el impulso de lo irracional, la amoralidad del hecho no tendrÃa explicación sino –quizás, y sólo quizás- en el campo de la psiquiatrÃa... Porque, en verdad, ¡cuán compleja es la mente del hombre!; sobre todo cuando ésta, aún armada de inteligencia, libertad y voluntad, carece de la mÃnima dirección de un espÃritu sereno y armonioso, ungido por las esencias del amor verdadero.
Todo eso pensó ella en el (...)