A la infidelidad...
Ahora, el Sembrador salió a sembrar, sabiendo que la concupiscencia es madre del pecado (2).. Y el impío miembro viril atravesando los esteros y pliegues vulvosos de una sedienta medusa encaramada como la telaraña pórtica de una membranosa e infiel vagina, será para ella la recta y venenosa jeringa que perfora -con un jolgorio de semen y flujos tan placenteros como ilusiorios y efímeros-, la piel y la sangre de un pobre drogadicto; hasta que, inexorable, el Astuto, (...)