El cenote arrulla aves e insectos voladores.
Lagartijas posan al sol de su vereda.
El olmeca hincado observa las aguas e invoca la
leyenda, hasta llegar al lugar de su amada sacrificada.
AllÃ, sus pensamientos se adentran en la selva.
La toma por sus muslos y muerde su cuello como
jaguar en celo, mientras se descubre su pecho nácar.
Ella sujeta la cabeza parda y se sumerge en su boca.
La aprieta contra su cuerpo y se hunde en ella hasta que la naturaleza deja de (...)