Hay algo que me pica el cuerpo, el alma y los huesos. Pero no me lo pregunten. Yo no sé nada. No sé si serán piojos mercenarios o pulgas de metal hambriento, pero hay algo que me carcome a mÃ, los órganos por dentro; es como si tuviése una plétora de termitas: unas rojas, unas blancas y otras negras, devorándome el tórax y las tripas, devorándome mis sueños y mis penas. Por eso, hoy sigo como sigo, enjuto de carne, abultado de huesos; entendiendo menos a los vivos, (...)