Te encontré una tarde gris mientras tus lágrimas internas, tu tristeza moribunda, tu herida sangrante y tu penosa realidad, clamaban a mi corazón solitario amor, compasión, esperanza. Viste en mis ojos la luz que alumbraba tu oscuridad. Sentiste la emoción, el deseo, de abrazarme con ternura, con deleite, con la fuerza de un corazón herido y confuso. Mi voz sacudió tu pecho, susurró en tu alma, murmuró en tu cuerpo, y dejando pasar su sintonÃa, como rumor de olas serenas, (...)