Volteo la hoja del ayer. Se me enrosca la serpiente, esta vez en los pensamientos. Se hace a su propio acuario. Nada a sus anchas sin dirección precisa, sólo sacando la cabeza del agua para boquear sus maldades. Pica el aire, salpica sus humedades y por último escupe una bocanada de llamas. La miro fijo a los ojos ardientes. El vidrio se torna espeso, y entre el humo se abre la imagen de un ángel que ocupa mis sueños. Ese querubÃn de luz en el cabello arma sobre las aguas un mensaje (...)