La confusión entre el sexo y el género sigue rampante en algunas (quizá privilegiadas) cabezas. El problema no es puramente escolástico, ni menos aún personal suyo, sino que nos afecta a todos. Porque desde esas cabezas pasa a sus respectivas voces y escrituras, y de estas a los oÃdos y ojos de cualquiera que esté a su alcance. Desde ahà inexorablemente se mete en su cerebro, en el que irremediablemente se instala la misma confusión.
Quizá el lector recuerde el revuelo (...)