Me quedó ñoño el último post. Ya... Lo sé. Es el efecto de paz navideña mezclado con una dosis descontrolada de txacoli de Getaria. Pero gracias al niño Jesús, todo esto va tocando a su fin, y creo que allá hacia febrero mi hÃgado se habrá desintoxicado de los 90 kilos de turrón variado, y volveré a ser un chico sanote, malhablado e inconformista.
Nos vamos por Año Nuevo a ParÃs. No porque seamos asà de chupis, sino porque se llevan a Karlos a Estrasburgo y asà podremos (...)