Erase una vez un prÃncipe llamado Sakaya Macias que viajaba por placer. Y he aquà que llegó a una ciudad en un dÃa de feria.
Al apearse de su caballo oyó a un viejo que voceaba: ¿Quién quiere, por una jornada de trabajo, ganar cien monedas de oro?
Sakaya se acercó al anciano y le dijo: Yo estoy dispuesto a trabajar todo un dÃa por ese salario.
El viejo era un guinarú que frecuentaba los mercados con el único propósito de engañar a algún forastero y llevárselo a su (...)