Después de haberme tomado unas cortas vacaciones, algo lejos del agobiante calor agosteño, deseo sintetizar con pocas palabras mi experiencia intelectual vivida a la sombra (mejor decir, a la luz) de revistas y libros científicos de carácter divulgativo. Sería egoísta por mi parte silenciar los mágicos momentos que ofrecen las buenas lecturas a las personas capaces de sorprenderse ante los hallazgos científicos de actualidad. Yo conocía desde hace tiempo el valor científico que supone el (...)